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28 junio 2012

LICENCIADO EN CANCIONES


A esta altura, Enrique Bunbury es el ibérico mas sudaca del mundo. Muchos son los que tienen a América Latina como su segunda casa, pero pocos son los que realmente se han bañado en su espíritu. Después de la llamada trilogía latinoamericana de “Pequeño”, “Flamingos” y “El viaje a ningún lugar” y haber recorrido el continente de punta a punta, Bunbury optó por terrenos más norteamericanos, volviendo un poco a las raíces country tras disolver El Huracan ambulante y adoptar a los Santos Inocentes como su nueva banda. “Licenciado Cantinas” es otro giro drástico en la carrera: una recopilación de canciones clásicas del repertorio latinoamericano conformada por boleros, rancheras, cumbias. El muchacho se ha tomado en serio eso de alejarse del rock lo más que se pueda.

A las nueve en punto sale primero la banda con la instrumental “El mar, el cielo y tu” para luego dar paso al cantante, vestido de camisa negra y saco rojo con lentejuelas. Creo que es la única persona capaz de vestirse así sin que nadie le recrimine nada. Es una cuestión de actitud, dicen. Sandro salía en escena en bata y hoy Enrique está más cerca de El Gitano y Raphael que de una estrella de rock. El show comienza con “Llévame” y “El Solitario” con un sonido llamativamente bajo y flojo, teniendo en cuenta que el Gran Rex tal vez sea de los mejores lugares del país a nivel sonoro. A lo largo de la noche iría mejorando pero sin alcanzar el climax.

Lo primero que anuncia Quique es la celebración de esta gira que empezó y concluye en Buenos Aires (aunque en realidad comenzó en Córdoba) y que esta noche habrá un repertorio especial con canciones que hacía tiempo no tenían lugar en la lista habitual. De ahí la primera sorpresa de la noche: “De Mayor”. A partir de allí se vería a un Bunbury más suelto y de mejor ánimo canción a canción. Cuando canta “Me siento en casa en América” durante “El Extranjero” realmente significa algo. Creo que sacando a México, donde realmente es una mega estrella, Buenos Aires vive un nivel de histeria muy particular con el cantante. Generalmente despierta pasiones y odios por igual, pero habiéndolo visto en otras ciudades, el nivel de conexión que tiene con el público porteño es realmente especial. Tal vez porque México y Buenos Aires fueron los primeros en abrirle las puertas a su carrera solista mientras en otros lugares solo pedían por la vuelta de Héroes del Silencio.

Quique es un gran diseñador de listas de temas; siempre tienen un balance y una línea adecuada. El grueso del show es similar al presentado en marzo en la cancha de Ferro, pero como bien había dicho, hay algunas sorpresas. “Una canción triste”, “No me llames cariño” y especialmente “San Cosme y San Damián” son recibidas con entusiasmo. La influencia de Dylan sale a relucir al momento de reinterpretar estas canciones. Si Bunbury se cansa de sus temas, los vuelve a pensar para entregarlos como si fueran nuevos. Pero más que en el rol de cantautor (en el sentido de un tipo con una guitarra acústica y nada más), Enrique se luce en el papel de intérprete y cantante. Por el contrario, sus shows son completamente teatrales. Si las historias de “Si”, “Infinito” o “De todo el mundo” son reales, solo él lo sabe, pero por la forma de interpretarlas sugiere vivirlas a flor de piel todavía. Por suerte, si bien El Huracán Ambulante era algo más musical, Los Santos Inocentes tienen el poder de adaptarse a la canción. No importa que se pase de un estilo a otro en cuestión de minutos: sea una banda de rock o una banda de cabaret, Ramón Gacias, Jordi Mena, Álvaro Suite, Roberto Castellanos, Quino Bejar y el Reverendo Rebenaque tienen la escuela necesaria para llevar el show adelante.

“Esta es una canción vieja que profesaba un poco lo que estaba por venir”. Cuando Bunbury dice cosas como “canción vieja” o “antigua” uno piensa en algo que muy raramente suele suceder, para luego desilusionarse un poco. Pero al entonar “Empezar porque sí”, las primeras palabras de “Deshacer el mundo”, el teatro colapsa. Es una versión lenta pero con el mismo sentimiento épico, sobre todo con ese enorme estribillo.

Y al final” es la escogida generalmente para terminar los shows. Pero esta noche es especial y hay tiempo para más. Claro, sabe que al día siguiente hay paro. De todas maneras no creo que su público sea el que esté concentrado en Plaza de Mayo. Otra canción olvidada como la tanguera “Cosas Olvidadas” y el clásico eterno, también ausente en esta gira, “El viento a favor”, para cerrar definitivamente.

Bunbury es cada vez más local y aumenta sus seguidores visita a visita. Más maduro y disfrutando más de su obra, y mientras no le agarre un ataque contra la industria, seguiremos teniéndolo entre nosotros.

Fuente: El Acople

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