A casi tres años desde su última visita, el cantante y compositor aragonés regresa a nuestro país para presentar en extenso su séptima placa de estudio, "Licenciado Cantinas" (2011), un disco de versiones del catálogo hispano-latinoamericana, que según palabras del propio Bunbury, corresponden a canciones que aprendió en sus aventuras de cantinas, lugares en los cuales también se castigó mucho. El Teatro Oriente fue el lugar escogido para albergar la presentación del español, un ambiente mucho más íntimo que en su anterior show en el Teatro Caupolicán (gira de promoción del álbum "Hellville De Luxe"), y que asegura una asistencia bastante identificada con el artista, prueba de aquello, es que las entradas para la ubicación VIP se agotaron hace más de un mes.
A medida que se acerca la hora del concierto, los
fanáticos comienzan a repletar el recinto. Un público mixto, sin ningún
rango de edad claramente definido y que a simple vista pareciese no
tener mucho en común. Siendo pasadas las 21:00 hrs. se apaga la luz del
teatro y salen a escena los cinco músicos que conforman la nueva banda
que acompaña a Bunbury: "Los Santos Inocentes", y de inmediato los
sonidos del acordeón, el contrabajo, la guitarra y la mandolina se
apoderan del lugar, para dar paso a la interpretación de "El Mar, El
Cielo Y Tú". El público enloquece cuando hace su ingreso el español,
vestido en un impecable traje rojo, con detalles en amarillo, además de
brillos en la solapa y una gran calavera en la espalda. Para continuar
con una apertura cargada a su último álbum, interpreta los temas
"Llévame" y "El Solitario (Diario De Un Borracho)", los cuales son
coreados íntegramente por los fanáticos. A modo de introducción a "De
Mayor", el carismático vocalista dedica sus primeras palabras al
público, indicando que para él es un verdadero placer estar de vuelta,
lo que tiene como respuesta una lluvia de aplausos de parte de la
audiencia.
Por primera vez en la noche, Bunbury se cuelga la
guitarra para tocar "La Señorita Hermafrodita", la cual es recibida por
los gritos de los asistentes, que parecen disfrutar cada minuto del
concierto. El acordeón de Jorge Rebenaque asume el protagonismo en "El
Extranjero", y el público acompaña la melodía con las palmas. Llega el
turno de otra de las versiones de su nuevo disco: "Ódiame", la cual es
coreada al unísono por todos los fanáticos, y en donde recibe de regalo
una bandera chilena, la cual ubica estratégicamente en la base de la
batería. "Una Canción Triste" es presentado como un tema que no es
tocado regularmente en vivo, causando la aprobación generalizada de todo
el teatro. Para la interpretación de "No Me Llames Cariño", Bunbury se
pone un sombrero vaquero de color rojo con una calavera en frente, y se
mueve en el escenario, simulando movimientos propios del boxeo. Sonidos
más rápidos y en ritmo de ranchera con "Ánimas, Que No Amanezca" se
apoderan del recinto, y las palmas del público acompañan cada uno de los
acordes. La pulcritud del show continúa con "Los Habitantes" y "Sácame
De Aquí", en donde además empiezan a aparecen ciertos movimientos de
Bunbury que hacen recordar a uno de sus grandes amigos: Raphael.
Bunbury,
constantemente hace partícipe al público, instándolos a cantar, y los
fanáticos asumen el desafío, como en "Que Tengas Suertecita", donde se
hacen cargo íntegramente de los coros de la canción. La pegajosa melodía
de "El Día De Mi Suerte" aumenta la intensidad y la energía, lo que
contrasta con el tema "De Todo El Mundo", que de la mano de sonidos más
delicados baja rápidamente las revoluciones. La entrega del público
alcanza uno de sus puntos más altos durante la interpretación de "Sí",
en donde los fanáticos no paran de cantar cada una de las líneas.
Bunbury indica que tocarán la última canción de la noche, pero primero
se da el trabajo de presentar a cada uno de los músicos que componen su
banda. Comienzan con el clásico "El Hombre Delgado Que No Flaqueará
Jamás", y es justamente durante esta canción que se produce quizás el
único punto negro de la jornada, ya que, a la mitad del tema, tuvo que
ser detenido debido a una trifulca que se produjo en la zona Vip
lateral, por razones que aún se desconocen. Apelando a toda su
experiencia, Bunbury esperó a que los guardias sacaran del recinto a las
personas que se vieron involucradas en la pelea y retomó el desarrollo
del tema. Los músicos abandonan el escenario y se retiran hacía backstage.
El
público no se conforma con la presentación hasta ahí, y durante varios
minutos piden que Bunbury y su banda vuelvan al escenario. Acatando el
clamor popular, los músicos vuelven a escena para interpretar "Porque
Las Cosas Cambian" y "San Cosme y San Damián", en donde además el
vocalista dedica unas sentidas palabras a sus fanáticos: "siento mucho no haber estado más veces en Santiago estos últimos años. Esto ha sido en contra de mi voluntad".
El show continúa con "Infinito" y, a esta altura, el público ya se
encuentra totalmente entregado a la música del artista español. Bunbury
vuelve a abandonar el escenario y sus músicos lo siguen. Una audiencia
incombustible sigue exigiendo el retorno de los artistas, quienes
vuelven para ofrecer las últimas tres joyas que coronarían una velada
transcendental. "Bujías Para El Dolor" es la encargada de abrir el tramo
final del show, para seguir con "Las Consecuencias", una canción mucho
más sensible, y así lo reconoce el público manteniéndose en un
respetuoso silencio. Suenan los primeros acordes de teclado que marcan
el inicio de "…Y Al Final" y el teatro enloquece, entregándose por
completo a la presentación, y generando un cierre a la altura de las
circunstancias. Bunbury agradece el apoyo del público y se retira del
escenario entre aplausos; sus músicos siguen tocando y no se mueve un
alma del recinto hasta que suena la última nota.
Un show sólido de
principio a fin, en donde Enrique Bunbury entregó seis piezas de su
último larga duración, además de recorrer los grandes éxitos de los
discos más relevantes de su carrera en solitario: "Pequeño" (1999),
"Flamingos" (2002), "El Viaje A Ninguna Parte" (2004), "Hellville De
Luxe" (2008) y "Las Consecuencias" (2010). El carisma del español es
indiscutible, con una facilidad para convertirse en el foco de atención
que hasta los mejores frontman
envidiarían, y si a eso le sumamos que su voz, lejos de desgastarse con
el paso del tiempo, parece estar mejorando, tenemos como resultado una
presentación que raya en la perfección y que debe haber dejado
satisfechos a todos los fanáticos que llegaron hasta el Teatro Oriente.
Mención
aparte merecen Los Santos Inocentes que brillaron con luces propias en
cada una de las canciones, haciendo que "El Huracán Ambulante" (la
anterior banda que acompañase a Bunbury en sus giras) quedara como una
principiante. Las características del recinto conspiraron para que el
sonido fuese nítido y con una potencia en su justa medida, consolidando
todos estos factores en una presentación memorable, que permite soñar
con la posibilidad de tener a Bunbury visitando más seguido nuestras
tierras.
Fuente: Humo Negro
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