El segundo show en solitario de Enrique Bunbury en Chile tuvo todos los condimentos necesarios para convertirse en una gran noche: atractiva escenografía, un espectacular juego de luces, una banda con las pilas cargadas y Bunbury jugándose la vida en el escenario. Más aún, el Teatro Oriente se mostró como el lugar ideal para este show, más pequeño e íntimo, donde las mil personas que abarrotaron el recinto eran parte importante del espectáculo. Dos guitarristas, un bajista, un tecladista, que también hacía lo propio con el acordeón, un sólido baterista y percusiones eran parte de la banda de apoyo de Bunbury. Una base perfecta para hacerle frente al caudal energético que mostraba el ex Héroes del Silencio en el escenario.
Si muchos se sorprenden
de que el cantante esté por segunda vez en Chile en cinco años, no es
menos cierto que tiene una fiel base de fans. Mil gargantas coreando a
destajo cada una de las 23 canciones que dieron vida a un set de más de
dos horas y que repasó la fructífera carrera de Bunbury.
Unos
minutos después de las nueve de la noche salieron los músicos a escena
para interpretar el instrumental 'El mar, el cielo y tú', que también da
inicio a "Licenciado Cantinas", la reciente placa estrenada por el
cantante. Junto con los últimos acordes de este tema, Bunbury hacía su
aparición en el escenario, causando la algarabía del público. Una
dupleta de "Licenciado Cantinas" era coreada y bien recibida por el
público: 'Llévame' y 'El solitario'.
Acto seguido, Bunbury saludó
a los asistentes y habló de su cariño por Santiago antes de despacharse
una excelente versión para 'De mayor' de "Pequeño" de 1999, sucedida
por 'La señorita hermafrodita', donde guitarra en mano Enrique Bunbury
demostró todo el histrionismo que siempre lo caracteriza.
En 'El
extranjero' y 'Ódiame' el público se convirtió en una verdadera segunda
voz. En tanto, 'Una canción triste' nos devolvía al Bunbury más
histriónico, haciéndose cargo del 'spoken' de este tema en gran forma y
creciendo en intensidad en la medida que pasaban los minutos.
De
rodillas cantaba parte de 'No me llames cariño' y dedicaba 'Ánimas, que
no amanezca' a todos los enemigos del amanecer. 'Los habitantes', otra
vez con guitarra en mano, se escuchaba potente y recargada de energía,
con una banda compenetrada y Bunbury soberbio en las voces, fiel a su
estilo. Es como si permanentemente te estuviera relatando una historia
que te atrapa de inmediato.
'Sácame de aquí' era otro karaoke y
mientras el teatro entero gritaba "Enrique, Enrique", 'Que tengas
suertecita' azotaba con inusual potencia. Lo que vendría después, con
'El día de mi suerte', 'De todo el mundo' y 'Sí', seguía con la
participación a tope del público, que coreaba y aplaudía de pie. Gran
momento.
El tema que cerró la primera parte del show fue 'El
hombre delgado que no flaqueará jamás', que sirvió para presentar a la
banda y que fue interrumpida por una pelea en las primeras filas de la
cancha. Los músicos pararon en seco la canción y esperaron a que los
ánimos se calmaran mientras intentaban que los responsables abandonaran
el recinto. Cuando retomaron la canción, lo hicieron con gran energía en
uno de los puntos altos del show.
Vendría el primer bis de la
noche con 'Porque las cosas cambian', 'San Cosme y San Damián' y la
vitoreada 'Infinito' y Bunbury se lamentaba por no visitar más seguido
nuestro país, mientras el público se mantenía encendido.
El
segundo bis partía con una potente 'Bujías para el dolor'. La delicada y
bella 'Las consecuencias' era una especie de guinda para un show sin
puntos bajos. Para cerrar, 'Y al final' del "Freak Show" de 2005. Aquí,
Bunbury estaba completamente entregado y no dejaba de agradecer por el
ambiente generado en el show. Con un "muchas gracias" se despedía
mientras la banda seguía tocando por un par de minutos más, perdiéndose
de a poco y cerrando la presentación tal como empezó: con los seis
músicos sobre el escenario.
En el balance final supera con creces
el primer show de Bunbury en Chile. Lamentablemente esta vez no incluyó
ningún tema de Héroes del Silencio, pero se trató de un show redondo,
sin fallas y cargadísimo de energía. El histrionismo y calidad de
Enrique Bunbury sigue en pie.
Fuente: Rockaxis
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