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19 enero 2012

BUNBURY, LICENCIADO EN ESCENARIOS

Se llenó el foro del auditorio Mar de Vigo para ver al cantante zaragozano. Agotadas las entradas y abarrotada la platea, Enrique Bunbury salió puntual al escenario en medio de sonoros vítores. Es evidente que si España puede presumir de un cantante-estrella, capaz de llenar con su sola presencia un escenario, ese es el ex "Héroes del Silencio". Aunque evidentemente no venía solo, sino bien custodiado por batería, percusiones, piano y acordeón, dos eléctricas, contrabajo y bajo eléctrico. "Los Santos Inocentes" es el nombre de la banda, que abrió como lo hace el nuevo disco, "Licenciado Cantinas", con la intro "El mar, el cielo y tú", y arropó de rock clásico y sonidos fronterizos a la estrella.

Y la estrella era él, Bunbury, pisando fuerte, coreografiando cada gesto, dominando el espacio escénico. Genio y figura, el cantante supo balancearse entre el histrión y el gran divo, para perpetuar el personaje a veces excesivo y otras excelso que ha construido disco a disco y viaje a viaje. Porque la personalidad del cantante se nutre de experiencias vitales y musicales, como las que le han conducido a su última aventura, impregnada de tradición latinoamericana y (en estudio) en compañía de miembros de Los Lobos o de Elíades Ochoa (Buenavista Social Club). Y con esta obra bajo el brazo vino hasta Vigo para, como él mismo dijo, presentar una serie de canciones "cantineras, revolucionarias".

Con el escenario bellamente engalanado, con una iluminación detallista y casi íntima en ocasiones, sonaron aires de ranchera y cumbia, tango y chacarera impregnando su rock de aires clásicos. Y siempre la voz al filo, esa garganta magnífica y dejada al extremo puro, al ademán excesivo. El secreto, posiblemente, de la grandeza (o, según gustos, del perpetuo fracaso) del zaragozano está ahí, en saber llegar hasta donde otros no se atreven. En directo no disimula sus exageraciones, ni en esa manera única de cantar que es ya marca intransferible de la casa, ni en una capacidad gestual soberbia. Bunbury se contonea, sigue el ritmo, deja su cuerpo suspendido en un compás, se dirige respetuoso a la audiencia, siempre de usted, recoge los presentes que sus fans le acercan, y se deja envolver emocionado por la música. La vive, no hay duda. Y en esa convicción de verdad, de autenticidad, está el secreto de su éxito. El que revalidó ayer ante sus fans, enfervorizados, disfrutando cada nota, cada (impresionante) alarde vocal, y cómo no, cada éxito. "El extranjero", "Me calaste hondo", "Que tengas suertecita", que se mezclaron con piezas nuevas como "Llévame", "El día de mi suerte" y "Ódiame".

Como un César patrio del rock contemporáneo, Bunbury vino, cantó y (con)venció.

Fuente: Faro de Vigo (España)

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