NUEVA WEB UNA CITA EN FLAMINGOS






AHORA SEGUINOS EN NUESTRA NUEVA WEB:

WWW.UNACITAENFLAMINGOS.TK




07 enero 2012

POR LOS BARES DE LATINOAMÉRICA

El artista o “artesano” español acaba de editar su álbum Licenciado Cantinas en el que versiona y homenajea a la canción latinoamericana “desde la visión de un músico de rock fronterizo”.

A más de una década de comenzar su carrera solista –luego de formar parte de los Héroes del Silencio, una de las bandas más exitosas del rock español–, Enrique Bunbury se encuentra, a sus 44 años, en una nueva etapa de su vida: fue padre por primera vez en febrero pasado, y tiene nuevo disco bajo el brazo: Licenciado Cantinas, un proyecto que venía ideando desde hace varios años y que, según cuenta, es la apertura de un nuevo capítulo de su carrera.

Del otro lado de la línea telefónica, a Bunbury se lo escucha maduro, consciente, comprometido y, sobre todo, muy positivo al hablar de su obra.

“Estoy muy contento por el disco, lo hemos hecho con mucha dedicación. Espero que la gente sepa apreciarlo, y que lo disfrute de la misma manera que nosotros al hacerlo”, arremete de entrada.

En Licenciado Cantinas, que salió a la venta en distintos formatos (ver recuadro) hace una semana, Bunbury versiona (y al mismo tiempo homenajea) canciones del género latinoamericano, con un sonido eléctrico y una impronta rockera pero cuidadosa de la esencia que hizo que esas composiciones formen parte del corazón de un continente.

El disco encierra una idea conceptual, una historia protagonizada por el personaje del título (el licenciado Cantinas) y la mayoría de las canciones que lo integran, Bunbury las aprendió en las cantinas y bares de toda América Latina.

En la lista figuran “Chacarera de un triste”, de los hermanos Simón, el tango “Cosas olvidadas”, “Pa’ llegar a tu lado”, de la estadounidense de ascendencia mexicana Lhasa de Sela, “El mar, el cielo y tú”, del mexicano Agustín Lara y “El cielo está dentro de mí”, de Atahualpa Yupanqui, entre otras. “Ódiame”, un vals peruano popularizado por el ecuatoriano Julio Jaramillo, es el primer sencillo del álbum.

Bunbury define el material: “Me gustaría pensar que lo que hemos hecho es buscar el lado oscuro de la música latinoamericana, desde la visión de un músico de rock fronterizo. En definitiva, lo que estamos haciendo es canción popular electrificada. En el disco hay tubas, acordeones, percusión africana… hay música argentina: tango, chacarera, y hay música andina: cumbia, sonoridades centroamericanas y caribeñas... Una mirada nueva y sin prejuicios a la música latinoamericana”.

–¿Como surgió la idea de que el disco sea una historia conceptual?
–Al momento de encarar los temas que había seleccionado, el proyecto me parecía inabarcable: tenía más de 60 canciones, de diferentes países y de géneros muy variados. Así que me pregunté como podía hacer de todo eso un disco homogéneo, en el que se pueda pasar de un tema a otro sin que resulte inconexo, y pensé que si los textos de las canciones me ayudaban a contar una historia, de alguna manera esa misma historia iba a ayudarme a hacer la selección. Finalmente, a partir de eso empecé a hilar todas estas temáticas, que son las basicas del cancionero popular latinoamericano: el amor, el abandono, la perdición, la redención, la muerte... Si el personaje pasaba por todos esos estados de ánimo, de alguna forma podia reagrupar las canciones y seleccionarlas dependiendo de cómo me contaban ese fragmento de la historia. Así es como me encontré con el personaje, con la historia y con las 15 canciones que terminaron formando parte del disco.

–¿Como definirias al personaje del Licenciado Cantinas?
–Yo creo que todos tenemos algo de él, ya que en un momento de desesperación, encuentra en el alcohol y la cantina la solución a todos sus problemas, hundiéndose y cayendo en la decadencia absoluta. Lo bueno de la historia es que no tiene el típico final fatídico, sino que termina con una redención. A través de las cantinas, el licenciado descubre lo peor de sí mismo, pero tambien descubre su verdadero ser. Entonces, hay una especie de conclusión en el álbum narrada en la última canción, “el cielo esta dentro de mí”, de Atahualpa Yupanqui.

–¿Recordás alguna historia a lo largo de todas las cantinas que has visitado que te remitan a las sensaciones del personaje?
–Cualquiera que haya visitado las cantinas latinoamericanas de las zonas más profundas y depresivas del continente encontrará mil historias. Conozco de primera mano historias de luchadores a altas horas de la mañana, súper borrachos, contándome sus problemas de amor y de desesperación.

–¿Qué cantinas del mundo recordás como la más inspiradora?
–Una de las que más me apasiona está en Tijuana, México. Se llama “La Estrella”, y es fantástica para bailar cumbia.

–¿Como nació tu acercamiento a géneros de la canción tan diversos?
–Cada vez que voy de gira a un país, siempre me hago con la mayor cantidad de discos de música tradicional que pueda. A través de amigos que me recomiendan, fui escuchando de todo: por ejemplo, desde el tango hasta la chacarera. Desde Mercedes Sosa hasta Soledad.

–En algún momento dijiste que para tu música Roberto Goyeneche es casi tan importante como Elvis. ¿Sigue siendo así?
–Bueno, yo lo compararía mas con Dylan, en cuanto a la forma de cantar. Me parece que ambos tienen un fraseo muy complicado y de repente, si no se escucha con atencion, sobre todo a Goyeneche, parece casi recitado. Lo mismo con Dylan. Sin embargo, el ritmo con el que introducen las sílabas es muy parecido. Son cantantes con una dicción y una rítmica muy apasionante. Cualquiera que quiera dedicarse a cantar en castellano debería escuchar con atención al Polaco.

– ¿Cómo fue que decidiste grabar en el estudio Sonic Ranch, en Texas?
–Estaba haciendo una gira por EEUU, y cuando tocamos en El Paso (Texas) me hablaron del estudio, que está muy cerca del lugar. Fuimos a visitarlo y me encantó, así que lo reservé para pasar unos meses ahí luego de la gira, y grabar mi próximo álbum. En aquel momento no sabía qué disco iba a grabar, porque estaba manejando dos proyectos: Licenciado Cantinas y mi nuevo álbum de canciones propias, que está avanzado, pero que decidí dejarlo de lado por el momento. Así que no elegí Sonic Ranch por el hecho de grabar Licenciado Cantinas. Pero cuando llegué al estudio, de alguna manera el lugar se convirtió en una metáfora de lo que yo quería grabar, porque está en un rancho que atraviesa el Río Grande: de un lado está México y empieza Latinoamerica, y del otro lado empieza EEUU, donde nacieron el rock y el blues. Es una especie de puente entre ambos, así que fue idoneo para grabar un disco como este, que pretende hermanar.

- Licenciado Cantinas es, de alguna manera, el comienzo de una nueva etapa en tu carrera. ¿Cuáles son tus deseos para el futuro?
–Las canciones que estoy escribiendo y cómo las estoy planteando tienen mucho que ver con todo este aprendizaje rítmico y percutivo que está en el disco. Creo que la percusión va a ser un elemento fundamental en mis próximos álbumes y la ubicación geográfica de mi música va a ser algo sustancial. Además, quiero que mis letras reflejen compromiso social.

- ¿En qué ha cambiado tu visión del mundo desde que nació tu hija Asia?
–Tener un hijo es algo que cambia a todo ser humano. Uno puede hacerse el loco, el temerario, el kamikaze o lo que sea, pero cuando de repente tiene que pensar en la educación de sus hijos, uno piensa en dejarle valores morales y éticos que sean duraderos y que tengan validez a lo largo de toda su vida. De alguna manera, eso hace que uno se plantee su filosofía vital.

- En “Las venas abiertas del Licenciado Cantinas”, el documental del disco, en un momento decís: “Lo que me llevó a hacer música en un principio fue un sentimiento de invalidez para con el mundo real’. ¿Qué cosas crees que te llevarían hoy en día a sentir esa invalidez para con el mundo?
–Bueno, yo soy bastante inútil para las cosas cotidianas de la vida real. De todas formas, la sociedad en la que vivimos nos lo ha puesto tan difícil que no soy un caso único: la gente siente esta incomodidad ante la burocracia a la que se tiene que enfrentar para, simplemente, llegar a fin de mes. Creo que hoy en día enfrentarme al acto creativo sigue teniendo que ver de alguna forma con esta invalidez para el mundo real, pero también, por otro lado, creo que estamos viviendo en tiempos convulsos, en los que cada uno debe aportar lo que sepa, de la mejor manera que pueda. En una ocasión tuve la oportunidad de hablar con (Alejandro) Jodorowsky, y me comentó que sólo le interesaba el arte que fuera de alguna forma curativo, que todo lo demás era onanismo o narcisismo. De alguna forma, creo que todo lo que yo haga tiene que tener ese carácter de aportar, intentar sanar o ayudar a alguien. Estoy esperando hacer música positiva para la gente. Por eso, más que un artista, me considero un artesano: creo que las artesanías siempre tienen una función, y trato de que mi música sea funcional y sirva para la gente, o por lo menos para llenar un poco su corazón.


LA PELI DEL LICENCIADO

Además del CD licenciado Cantinas también salió a la venta en digipack y doble vinilo. Pero eso no es todo, la historia del Licenciado tendrá un fuerte soporte audiovisual, en algunos puntos similar a Fuerza natural, de Gustavo Cerati. El clip de “Ódiame”, realizado por Alexis Morante, es también el trailer de Licenciado Cantinas. The Movie, próxima a salir en febrero de 2012. Enrique explica: “Le dije a Alexis que cuando nos plantéaramos el clip, nos plantéaramos también un proyecto más ambicioso. Los clips ya no se preparan para un canal de videos, sino que hay que aprovechar las posibilidades que nos da internet, y así podemos utilizar la duración que queramos y contar la historia como queramos. Vamos a elegir partes del recorrido del personaje y contar la historia en al menos media hora. La idea es ampliar el espectro creativo que uno tiene cuando graba un disco. No sólo limitarse al audio, sino también tener en cuenta la parte de la imagen.”


ELEGIDOS ESPECIALMENTE PARA LA OCASIÓN

Además del acompañamiento de su banda, Los Santos Inocentes, el álbum contó con la colaboración de músicos muy diversos en su origen pero similares a nivel talento y reputación. Cuenta Bunbury: “Mi mánager me sugirió que sería bueno hacer un dueto con algun invitado para el disco. Y le dije que la verdad no veía esa posibilidad, me hubiera parecido forzado meter a alguien en un proyecto en el que las canciones no son mías y es importante que le dé personalidad a los temas. Así que le dije que me gustaría invitar músicos de gran talento que pudieran aportar su instrumento, y me pidió que hiciera una lista. Puse justamente a los cuatro músicos que participan en el disco: Charlie Musslewhite, que creo es el mejor armoniquista vivo de blues, Dave Hidalgo, el guitarrista de Los Lobos, un grupo del cual soy fanático y que respeto increíblemente, Eliades Ochoa, el mas atrevido de Buena Vista Socia Club, el músico que quiere mezclar a Cuba con otros géneros, y hoy en día está haciendo discos con músicos africanos, y finamente el “Flaco” Jimenez, que es un antecesor de todos los que queremos mezclar el rock con la música tradicional latinoamericana: él lo hizo antes que todos, y es un gran acordeonista de la música tex-mex. Al momento de contactarlos, les hice una carta a cada uno explicándoles que era lo que quería hacer y por qué pensaba que su aporte era imprescindible, y para mi sorpresa, todos accedieron a participar.”

Fuente: Tiempo Argentino (Argentina)

No hay comentarios:

Publicar un comentario