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11 enero 2012

LA CANTINA DE BUNBURY

Para Enrique Bunbury la música no es más que su afición, su verdadera profesión parece ser la de viajero. Su séptimo disco en estudio, Licenciado Cantinas, es una suerte de bitácora por el cancionero popular panamericano, un relato entrañable sobre su relación con la música desde que se separó de Héroes del Silencio a mediados de la década de 1990.

En las últimas giras de esa banda -que lo convirtió en una estrella del rock duro-, lo último que parecía interesarle a Bunbury era el rock. Lo que lo enganchaba realmente eran los viajes: la música y las personas que había por descubrir en ellos. Aterciopelados era la banda que abría muchos de esos conciertos finales por Europa y, en los camerinos, Andrea Echeverri y Héctor Buitrago se encargaban de abrirle la mente al cantautor español como los guías turísticos de un universo de folclor sonoro que hasta ese momento era inédito para él (de ahí a que, antes de su ecléctico y electrónico álbum debut Radical Sonora, "El Jinete" de José Alfredo Jiménez se cuente realmente como su primera grabación en solitario).

Desde ese momento, "Aragonés Errante" -junto con el inolvidable "Bunbury"- ha sido uno de los apellidos que le ayudan a Enrique Ortiz a bautizarse día a día. Con las maletas siempre hechas y las botas polvorientas, el hijo pródigo de Iberia ha logrado visitar parajes insospechados de la música hispanoparlante en álbumes como Pequeño (1999), Flamingos (2002) o El viaje a ninguna parte (2004), para poder recomponer a su manera la experiencia de conducir por las transitadas autopistas del rock sin quedarse dormido al timón.

Y precisamente, junto a su banda Los Santos Inocentes -con quienes grabó Helville De Luxe (2008) y Las Consecuencias (2010)-, hizo nuevas versiones de canciones que han hecho leyenda de Agustín Lara, Willie Colón y Héctor Lavoe, Alfredo Gutiérrez o los Hermanos Simón.

DONJUAN: Ya en algunos discos tempranos en solitario, como Pequeño (1999) o Flamingos (2002), el sonido de las cantinas se metía íntimamente en el suyo. ¿Le atribuiría lazos de sangre con este nuevo Licenciado Cantinas?

Bunbury: Para mí, el disco con el que Licenciado Cantinas (2011) tiene una relación directa, es con El viaje a ninguna parte (2004). Aquél era un camino, una búsqueda por los sonidos y ritmos populares americanos. A diferencia de mi nuevo álbum, aquél era un disco de canciones propias y, éste, es de versiones. Pero es verdad que en la mayoría de mis discos, la cantina, la nocturnidad y la bohemia se han colado en los versos y han formado parte del sabor musical de los arreglos.

DJ: La cantina puede ser un lugar de perdición o de redención. ¿De qué lado de la mesa siente que está sentado en este álbum?

E. B.: Licenciado Cantinas tiene un hilo narrativo que nos lleva del amor al abandono, a la perdición, a la redención y a la muerte. El recorrido que realiza el personaje ficticio es vital y pasa por diferentes estados de ánimo y reflexiones sobre su propia existencia. En cuanto a mí, puedo afirmar que, yo que fui un mal estudiante, finalmente, sólo conseguí la licenciatura de las cantinas. Que no es poco.

DJ: Este es un disco de versiones latinoamericanas que produjo entre Texas y Los Ángeles. ¿Escogió ese lugar buscando que, como en las canciones, existiera un balance entre Rock¿n¿Roll y populismo sudaca?

E. B.: Sí, por supuesto. La elección del estudio no fue arbitraria. De hecho, bajo el título Licenciado Cantinas reza la leyenda "De Tierra de Fuego, hasta Río Grande", que pasa justo al lado del estudio. Quise dejar claro que yo soy un músico de rock, y que mi acercamiento al cancionero panamericano no es ortodoxo. Siempre quise dejar clara mi vinculación al Rock'n'Roll. Es de donde vengo, y el lenguaje que mejor domino.

DJ: Los grandes cambios musicales de su carrera han estado marcados por la formación y disolución de Héroes del Silencio y Huracán Ambulante. ¿Qué gran diferencia encuentra entre Los Santos Inocentes y esas dos bandas?

E. B.: Las diferencias y los cambios al renovar tu equipo de trabajo son bastante grandes. Héroes... fue una banda que cultivaba unos patrones muy arquetípicos del rock de los años ochenta y noventa. En una primera etapa, más influidos por la corriente británica y, al final de la carrera, por los Estados Unidos. El Huracán Ambulante ha sido una banda muy importante en mi carrera. Sentó las bases de lo que soy en el día de hoy, y me ayudó a definirme como músico. Creo que dimos grandísimos conciertos y estoy muy orgulloso de Pequeño, Flamingos y El viaje..., los tres discos de estudio que grabé con ellos. Con Los Santos Inocentes ya he grabado otros tres discos de estudio: Hellville De Luxe, Las Consecuencias y Licenciado Cantinas, y creo que es ahora cuando estamos empezando a dar lo mejor de nosotros, tanto en estudio como encima de un escenario. Creo que puedo decir, sin miedo a equivocarme, que es mi banda de madurez y autoafirmación.

DJ: En su editorial Chorrito de Plata se dedica a publicar libros de poetas emergentes, pero nunca ha publicado uno suyo.

E. B.: Tengo pendiente escribir un librito de poemas, que nunca termino, que nunca me atrevo a publicar. El miedo a no estar a la altura, me impide hacerlo siempre.

DJ: Hablando de libros, ya se han escrito varios sobre usted y su música, ¿hay alguno que haya disfrutado?

E. B.: No. Siempre lo paso mal, y rara vez he terminado de leerlos. De hecho, alguno ni lo empecé. No quiero faltar al respeto a sus autores. ¡Ni siquiera sé si hicieron un gran trabajo! En todo caso, me gustaría mostrar agradecimiento por dedicar tanto tiempo a alguien como yo, que no sé si merece tanta letra y árbol cortado.

Fuente: Don Juan (Colombia)

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