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22 diciembre 2010

BUNBURY DIO SU LISTA DE CANCIONES A ROLLING STONE

Enrique Bunbury confecciona su lista con canciones de músicos latinos. “Aunque parezca mentira, todavía, a día de hoy, muchos de los músicos, aficionados y profesionales del rock&roll patrio, padecen de lagunas y agujeros negros en sus colecciones de vinilos, cd’s o mp3 acerca del legado latino”, explica el músico. “Ojalá os interesen alguno de los autores, de los ritmos, de las canciones o de las historias”, afirma Bunbury.

1. El contragolpe, de Alci Acosta: “Él es uno de los más grandes cantantes colombianos de boleros desgarrados, dramáticos amores no correspondidos y hombres destrozados por mujeres frías, insensibles y promiscuas. La primera vez que supe de él fue gracias a Andrea y Héctor, de Aterciopelados. Me regalaron una casete que escuché hasta la saciedad y les estaré eternamente agradecido”.

2. El arriero, de Atahualpa Yupanqui: “Es el gran místico argentino. Es mucho más que un cantor, mucho más que un autor de canciones gloriosas. Tiene ese halo de gurú y maestro que, quizá, en el mundo anglo sólo posee Leonard Cohen”.

3. Contrabando y traición, de Cornelio Reyna: “El narcocorrido es casi tabú en el México de 2010. Los medios le volvieron la espalda, quizá por miedo a verse implicados en la guerra entre cárteles que controlan la droga en cada Estado, quizá por la seriedad con la que Felipe Calderón abandera la lucha, como si su partido tuviera las manos limpias de polvo y paja. El caso es que ya no es tan fácil escuchar estas deliciosas narraciones fronterizas de encuentros policiales, de pick ups cargadas de hierba o farlopa a la carrera, y de venganzas inevitables”.

4. Hasta el final de la vida, de Diomedes García: “No sé quién hubiera ganado en una ficticia farra-competición entre Keith Richards y este simpático personaje. Pasó una temporadita en la cárcel por la muerte de una joven relacionada sentimentalmente con él. Uno de los grandes del vallenato colombiano. Me llama la atención que en sociedades aparentemente conservadoras, religiosas y carcas, aúpen e idolatren a balas perdidas como Diomedes o José Alfredo”.

5. No me amenaces, de José Alfredo Jiménez: “No puedo evitar recomendar toda la obra de José Alfredo. He cantado varias canciones del maestro ¡y las que me quedan!: El jinete, Hijo del pueblo,Te solté la rienda (con Calamaro)… ¡Si no te gusta la ranchera no tienes sentimientos! Es el blues latino. Música armónicamente sencilla y líricamente poderosa y profunda”.

6. Que nadie sepa mi sufrir, de Julio Jaramillo: “¡El Ruiseñor de América! ¡Ecuatoriano universal! Todo el mundo me hablaba de él en Ecuador. Me obligaron a escuchar sus canciones en un viaje por carretera hacia Cuenca. ¡Qué dramas! ¡Qué tormentos! Cantó todo tipo de canción y se atrevió con el rock and roll, pero su voz era perfecta para el bolero dramático. Su vida, desordenada y bohemia, le llevó a una muerte prematura, a los 43”.

7. Los chucos suaves, de Lalo Guerrero: “Pura música pachuca. Hijos de la primera generación de mexicanos emigrantes en EE UU, amantes de los nuevos ritmos de los años 30 y 40 y conocedores de su herencia genética mexicana, los pachucos, enfundados en sus zoot suits, fueron las primeras bandas latinas. ¡Música para bailar y vestir elegante, como debe ser!”.

8. Balada para un loco, de Roberto Goyeneche: “Me encanta Goyeneche. Me parece el mejor cantor del tango, con permiso de Gardel. Su fraseo es único. Esta es una canción que durante un tiempo pensé preparar para cantarla en Buenos Aires. Imposible (¡y ridículo!). Nadie puede aportar nada a esta interpretación perfecta”.

9. Desapariciones, de Rubén Blades: “Algunos se han referido al maestro Blades como el Dylan latino... Si los gringos siguen postulando al de Minnesota para el Nobel de Literatura, Blades merece igualmente que el mundo latino presente su causa. Sus textos siguen siendo un mundo aparte en la música en nuestro idioma”.

10. Cocainómana, de Trío Matamoros: “Escucha detenidamente la letra. La escribió Miguel Matamoros, en Cuba, en 1932”.

Fuente: Rolling Stone

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